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Reflexiones a paso

Una mirada crítica de fin de semana

"Cualquier idiota puede fabricar una definición de amor... el amor es esa decisión de luchar por la libertad de otra persona para que esa persona decida aquello que a mí no me conviene"

Jorge Bucay

Publicado: 2017-09-04

Todo comenzó con un tema de principios, mi tesis incompleta y un pleito con una amiga respecto a la lucha feminista por la igualdad. La frase es de la serie Juego de Tronos y aunque parezca tonto, tiene mucho sentido en el contexto actual, en el mío sobretodo: "Cuando suficientes personas hacen falsas promesas, las palabras dejan de tener significado ... no hay más respuestas, sólo mentiras y mejores mentiras, y las mentiras no nos ayudarán".

La mayor mentira es que estamos mejorando, que tenemos más opciones, que hay más igualdad y justicia, menos pobreza y hambre. Mientras más tiempo me dedico a participar como ciudadano, a nutrirme e investigar como periodista, a involucrarme como persona, encuentro más desiguladad, injusticias y desastres.

Nuevo Status Quo

El nuevo paradigma de la sociedad no es el combatir los problemas del mundo, ni el dejar a otros la lucha, sino el aceptar las cosas que nos dicen, el dar por hecho lo que ya está en movimiento hace años, el no juzgar con nuevo criterio los avances y retrocesos en el tema. Es como ser profesional sin querer actualizarse. Tenemos un pensamiento enfermizo en el que nadie tiene derecho a juzgarnos, a criticarnos, donde nadie puede ponerse en nuestros zapatos, por lo tanto somos intocables. Y al suceder esto, dejamos de autoevaluarnos, dejamos de buscar mejorar, evitamos los "mea culpa". Es terrible nacer y poder mirar a otros, juzgarlos, pero que necesitemos un espejo o la crítica ajena para empezar a vernos porque no podemos solos.

Esto se refleja en la sociedad, en el conjunto. Este nuevo status quo nos empuja a sentirnos buenos, a identificarnos con lo que creemos correcto, a etiquetarnos de liberales, de anti opresión, de pro derechos, de luchadores, de activistas, pero de lejos nos anima a encontrar solución, solo a victimizarnos y juzgar, a señalar. Ahora podemos hablar del "business as usual" de la sociedad moderna donde las mujeres tienen privilegio a luchar por sus derechos, donde la libertad de elegir a favor del aborto, de las drogas, de la eutanasia, pero no de ver más opciones ni el otro lado de la moneda.

Lo que enseña la historia

Damos por hecho muchas cosas pero pocas veces nos sentamos a evaluar si realmente aplica a nuestra vida, a nuestro entorno, a la situación que vivimos en el momento o antes o si corremos el riesgo de llegar a ello. La historia sólo la escriben los ganadores, los que dejaron atrás al resto. ¿En que situación nos deja a las futuras generaciones? En una considerable desventaja, en una forma de sumisión, de cargar penas ajenas, de asumir retos ajenos y responsabilidad a la par de trabajar con menos de lo que había antes.

Por ejemplo, el cambio climático. En los años 50 se pudo reducir considerablemente su efecto, pero las investigaciones no eran concluyentes y los lobbies movieron sus fichas. Ahora es una realidad y no son esas generaciones causantes las que asumen el reto ni las consecuencias. Veamos los derechos por el voto, que no resolvió el tema del racismo ni de igualdad de género sino que dejó un debate más grande. Y hablamos de casos donde hubo una gran mayoría afectada, involucrada, no de las minorías que supuestamente nos preocupan hoy en día.

Y las guerras, las armas, los bombardeos, los efectos colaterales, la radiación, la movilización de poblaciones, la pérdida de vidas... las muertes, el dolor, el rencor, la venganza, la injusticia. ¿Dónde queda todo ello? ¿Debemos superarlo? ¿A quién le reclamamos? ¿Nadie nos rendirá cuentas? Algunos cargan aún con ello y se lo dejan a sus hijos, otros lo olvidan e ignoran pero generan que la siguiente generación se desvincule o quede desinteresada por su historia. ¿Qué es justo? ¿Desde el punto de quién? ¿Se puede reponer un error o un acto vil? La vida no tiene precio pero la muerte no lleva a nada, vengarse no es la solución.

¿Dónde queda el amor?

Entonces, ¿cuándo cedemos? ¿Cuando es importante o cuando no vale la pena seguir? La gente tiende a darle valor a lo que cree importante y aún entre lo que valora, hay una lista, hay prioridades, hay razones. Lo correcto es ceder cuando se tiene la razón, porque no se pierde nada. Lo verdadero es darle valor a todo. No puede haber amor sin confianza, ni confianza sin libertad, ni libertad sin respeto, pero no puede haber respeto sin tolerancia, no puede haber tolerancia sin entendimiento, ni entendimiento sin humildad, ni humildad sin autoconocimiento, ni autoconocimiento sin admiración, no puede haber admiración sin nada de lo anterior y así todo.

Todos los valores están encadenados, creer que uno es más importante que otro arruina nuestra visión. Entonces debemos optar por todo ello y se simplifica con el amor, sin miedo y con humildad, sin ser posesivos. Entonces me permito citar a Jorge Bucay, psicólogo argentino: "Cualquier idiota puede fabricar una definición de amor... el amor es esa decisión de luchar por la libertad de otra persona para que esa persona decida aquello que a mí no me conviene".


Escrito por

AleM2287

Bachiller de Ciencias de la Comunicación, activista ambiental y ciclista de corazón, fotógrafo y por tiempos diagramador, blogero y crítico


Publicado en

Mera curiosidad

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