A veces por más que uno sonríe, las cosas no van bien, lo que nos puede generar frustración y ansiedad. El mexicano Odin Dupeyron decía en su monólogo que la gente tiene un exceso de pensamiento positivo que los frustra porque no todo se puede conseguir, no siempre querer es poder y hay que aceptar la vida como es, con lo bueno y malo. No es pensar en negativo, es disfrutar la vida tal cual y no angustiarse por lo que no se consigue.

Para el psicólogo maltés Edward de Bono, famoso por la teoría de los sombreros para explicar las maneras de pensar (lógica, emotividad, pensamiento positivo y negativo, creatividad y control), lo recomendable era llegar a un grado de madurez donde se usara el sombrero azul.

El sombrero negro representa el juicio negativo o constructivo y es el más natural en las personas (sirve para protegernos) pero que debe evitarse pues no permité la creatividad, ya que se usa a veces donde no se le requiere. Mientra que el sombrero amarillo representa el juicio positivo y si bien busca las razones en favor de algo, suele buscar argumentos encapsulándose en una idea de "positivo indeciso" que lo hace especular sin seguridad sobre el porvenir.

Las enseñanzas de los estoicos

Esto es lo que aprendí leyendo algunas cosas de los estoicos a propósito de lo cual, en el diccionario dice que "muestra fortaleza y dominio sobre sí mismo, especialmente ante las desgracias y dificultades". Está bien tener miedo, sentir angustia, estremecerse y paralizarse ante lo desconocido... nadie nace sabiendo y parte de sentir estas emociones, consideradas "negativas", es el analizar y valorar el momento, aprender de nuestros errores y crecer con ellos.

No todo pasa por algo, a veces las cosas son consecuencias del azar y malas decisiones. La incertidumbre nos hace sobre pensar las cosas para buscarles sentido. A veces confiarnos de nuestros sentidos nos hace olvidar que nuestra mente tambien puede orientarnos al evaluar nuestra situación. Llevarnos por corazonadas puede sin querer llevarnos a tomar malas decisiones y a pensar menos en nuestros actos y sus consecuencias.

Quien nunca tropieza, se derrumbará ante la primera adversidad y quien no ha llorado, se confundirá ante la pena en su corazón. Sonreir y pensar de manera positiva a veces nos aleja de la realidad y no nos permite aceptar que la vida tiene adversidades y que no siempre podemos superar todo. Aceptarnos con nuestros errores nos permite ver en que podemos mejorar y nos ayuda a vernos como somos, lo que nos hace más responsables y nos impulsa a madurar al entendernos nosotros mismos

Sonreír y pensar positivo está bien, pero negar la realidad y sumergirte en un mar de fantasias puede dañar tu percepción. Acepta las cosas como son y no permitas que tu ego te domine con emociones. Medita lo que haces, lo que buscas y lo que eres capaz de lograr.